domingo, 13 de agosto de 2017

Attila, el guarro Turco ( viaje a Turquía ) I


Hace ya 6 años, ¡ Como pasa el tiempo ! que viajamos a Turquía a cazar guarros en batida. No encontraba las fotografías que realicé en dicho viaje que quería contar aquí, en el blog.

Las he recuperado por suerte y en tres entradas lo voy a contar. Nos embarcamos en este viaje la Polilla y yo con un grupo de gente de Extremadura, todos como nosotros apasionados de la caza en batida y especialmente de los guarros. Alguno de ellos ya había estado varias veces en la zona, nosotros y algunos otros, íbamos por primera vez.

El lugar, la gente, los guarros y la cacería en si, son maravillosos. Cualquier amante de la caza salvaje, de la caza de cochinos y de los paisajes, debería alguna vez hacer una cacería de este tipo. Nosotros repetiremos seguro. No se si en Turquía exactamente pero repetir seguro.

Cazamos 6 días a 4 batidas al día, empezando prácticamente al amanecer y terminando cuando La Luz ya no daba para mas. Los turcos, nuestros compañeros, no paraban de repetir lo viciados que somos los españoles a la caza y de los guarros. Normalmente a otros grupos de franceses principalmente no les interesan tales palizas, mas bien un par de batidas al día y al hotel a tomar unas copichuelas. Nosotros solo queríamos cazar y cazar y se nos hacían cortos los días en aquellos parajes de ensueño.



Aterrizamos en la ciudad de Izmir, vía Munchen, a mediados de Noviembre, en plena otoñada, Una época magnífica para cazar los guarros, quizá algo pronto dado el clima de ese año de 2011, pues la hoja del roble no había caído aun y nada de nieve pisaríamos. Ambas cuestiones dificultan algo la caza, pues la hoja tapa mucho a la hora de tirar los cochinos y sin nieve también es mas difícil cortar sus restos. Eso si el paisaje multicolor de los bosques eran música para el alma. Además la poca hoja recién caída, ayudaba a escuchar venir los guarracos turcos a las posturas.



El territorio que cazaríamos es de unas ¡¡ 500.000 hectáreas!! totalmente abiertas, salvajes de verdad. Llenas de cochinos, lobos, osos, corzos y demás fauna. Pocos pueblecitos, mas bien aldeas en todo ese territorio. y muchos, muchos cochinos. Como es sabido los musulmanes no comen el cochino. El jarufo es ser impuro según su religión. Y nosotros que nos alegramos, como no. Este particular hace que los haya en cantidad y calidad, pues los cochinos llegan a viejos y la pirámide poblacional goza del equilibrio debido. Un sueño para un montero Íbero.



Además el jabalí aquí es distinta subespecie que el nuestro. El Sus Scroffa Attila. Y no solo en tamaño está la diferencia. Llegan a los 250 kilos. En trofeo son muy superiores a los nuestros también. Con un par de años los cochinos tienen navajas de 18 0 20 centímetros. Llegando a los 26, 27 y hasta 30 centímetros en los guarros adultos a partir de 5 años. Las amoladeras son espectaculares también. Muy gruesas, largas y retorcidas

Las jornadas de caza fueron bastante duras empezando como decía al alba y terminando al ocaso. Dándonos unas palizas de andar verdaderamente serias, pues la caza se desarrolla en la montañas. Teniendo que subir tremendos repechos para acceder a las posturas. Nos desplazábamos todos nosotros y los batidores en dos vehículos todoterreno, cambiando de zona entre batida y batida. Estas tenían una duración aproximada de hora y media o dos, desde que llegábamos a la postura.



Conviene tirar a estos cochinos con un cartucho potentillo. Un .300 o .338 será suficiente desde luego. Yo no elegiría algo menor, pues son bicharracos de 200 o 250 kilos los machos grandes. Yo escogí mi viejo sako stuttzen del .300 win mag, que me dio como siempre un resultado fantástico. No en vano me acompaña hace tantísimos años en montería que es como una extensión de mi brazo. El visor que monta un Swarovski de los antiguos. Un Habbitch 1,5-6x42mm con monturas apple que permiten quitarlo fácilmente para tirar con punto y alza. Los tiraderos son verdaderamente cortos y mas con la hoja de roble sin caer y son pocos segundos los que te dan los cochinos para tirarles, siempre entre los robles y pinos, no es fácil a veces.



Arriba la muestra de dos de estos monstruos para corroborar que son cochinos muy serios. Las batidas son para 8-10 puestos. 8 en nuestro caso y se trata de cubrir lo mejor posible un cerro donde los locales piensan pueden estar los cochinos. Desde el sopie hasta la cuerda. Los cerros no son muy grandes en extensión pero si bastante empinados y las palizas del puesto 4 en adelante suelen ser importantes. Los puestos nos los sorteábamos por la mañana para luego correr dos números en la siguiente batida. Tipo ojeo de perdíz. Eso si, como llevábamos dos compañeros bastante mayores se les cambiaban a estos si les tocaba el 6, 7 u 8. La verdad que los puestos altos solían ser siempre los mejores, no se en otra época, pero cuando fuimos los guarros buenos solían romper arriba.



Los cazadores locales que nos batían el monte, gente maravillosa. Cazadores con mucho instinto para localizar y meter los guarros en las posturas. Casi sin perros, pues llevan 4-5 pequeños para achuchar a los guarros. Son perrillos que cazan corto y se vuelven para atrás en cuando echan a correr los marranos, lo cual es muy práctico en este tipo de terreno.



Después de la segunda batida del día, ahí mismo donde nos pillara, montábamos el campamento y a comer algo. Una buena lumbre y una mesa portátil nos era suficiente hogar para cargar fuerzas y seguir cazando que a eso fuimos. Siempre una sopita caliente que reconfortaba y cualquier otra vianda turca, alguna carne o guisote con paprica siempre.

( Continua.........)


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