viernes, 24 de mayo de 2019

Otra de guarros a caballo


Dos semanas después de la tremenda cacería de guarros a caballo, quedo con el amigo Hector para cazar de la misma forma pero otro área que lleva muchos años sin cazarse y donde esperamos cobrar mayores marranos todavía. Esta vez viene con nosotros el amigo José Dos Santos. Portugués que está expatriado como yo en Buenos Aires. José al que me presentó el propio Hector y con el que trabé enseguida amistad es el responsable de la seguridad de la ONU en Sudamerica. Muchos años en la fuerza antiterrorista portuguesa y con destinos en su actual puesto en las Naciones Unidas en lugares tan divertidos como la antigua Yugoslavia en plena guerra de los Balcanes, Siria, Angola, Libia...muchos países en guerra.  Ultimamente otros mas tranquilos en relación, son 60 tacos los que ya caen aunque parezca mentira viéndole.

Su afición por la caza es desmedida, le encanta. Así que con Hector y conmigo encaja a la perfección. Su mayor afición es la caza menuda. La perdiz, patos, palomas etc....Son su perdición, aunque también le gusta darse una alegría de vez en cuando la mayor, en la que podemos decir es bisoño pero con la afición en todo lo alto. Cuando llegó a Argentina a través de un importante distribuidor de armas policiales en el país ( Glok ) conoció a Hector para poder cazuchear, como no.

De momento toda la caza que ha practicado en el pais se limita a sus queridos pájaros y un antílope negro que cazó con Hector.

Paola y yo quedamos a cenar en casa o fuera con el de vez en cuando. También a fumar un habano, compartimos también dicha afición. Está solo en Buenos Aires pues su hijo estaba estudiando la carrera en República Dominicana, su anterior destino y al no poder convalidar los tres años que ya llevaba en Argentina quedó allí con su mujer a terminarla. Este año ya se vienen con el. Es un tipo serio, de fuertes convicciones y de pocas palabras. Su trabajo evidentemente ha forjado su carácter. Un tipo magnifico y gran compañero.

El amigo José, protegido de las plagas de mosquitos que nos asedian toda la cacería

Le convenzo para apuntarse a la nueva expedición disfrutando un habano de los que le llegan de Dominicana de vez en cuando, una tarde de Domingo. Me dijo que no lo veía claro pues llevaba mas de 30 años sin subirse a un caballo y tal. Fue fácil convencerle apelando a su ardor guerrero jajaja.

Cenamos en casa el Viernes, disfrutamos de un gin tónic fresquito y como no, de un buen habano. Esta vez un fantástico cohiba que aporto yo de una cajita que me llegó de España y esperamos que Hector nos pase a buscar. Sobre la 1.30 hs ponemos rumbo a la aventura con muchas ganas de tomar los caballos y ponernos a buscar los guarros. Hacemos una parada de media horita para tomar un café y espabilarnos a medio camino y sobre las 4 de la mañana estamos en la entrada del carril que cruza la hacienda donde montaremos en los caballos y recorremos los 20 kilómetros nada mas y nada menos que nos toca cabalgar hasta llegar al fondo de las haciendas, donde comienza el inmenso pantanal donde pensamos cazar. La zona de caza es si cabe mas dura que la otra vez, pues es un fangal terrible en medio de la nada, lleno de mosquitos y sin una mala sombra en la que taparse del terrible sol casi tropical que cae a plomo en esta zona. Pero amigos, esta infectado de guarros y muchos padrillos como dicen los argentinos a los verracos. Lleva 10 años sin cazarse, con eso está todo dicho ¡ quien dijo miedo habiendo verracos!

Cabalgamos una hora todavía de noche y otra mas ya amaneciendo Hector, José, los dos gauchos y yo hasta llegar al comienzo del terrible cangrejal, ya contra la costa. Llevamos con nosotros 6 perros careas y un dogo que ha traído Hector para probarlo y si funciona comprarlo. Tras no mas de 20 minutos pisando el fangal, los perros comienzan a dar de parado como 200 metros por delante de donde vamos José y yo con uno de los gauchos. Junto a los perros ya están Hector y el otro gaucho. Un tipo enjuto y fibroso, hombre de pocas palabras llamado Tati. Meto espuelas pues hemos quedado que me toca encarar el primer lance y José y el gauchito me siguen algo por detrás.

Cuando llego al lío el guarro está parado y pregunto a Hector que tal es. Directamente me pasa el revolver y me dice que es tremendo después. Nos acercamos y los perros lo tienen sujeto, el dogo bien agarrado por la oreja, parece que va a funcionar el chucho. El guarro tiene unas navajas tremendas, una de ellas anormalmente larga, seguramente por la falta o defecto de la amoladera, la otra navaja también es descomunal. Tati aparta los perros con el rebenque y lo tengo de frente. Levanto el .44 magnum y le suelto un tirascazo apuntando entre los ojos. El tiro me queda bajo y le pega en toda la jeta, espero no haberme cargado los colmillos... Arranca a correr y galopamos tras el como 500 metros hasta que los perros lo vuelven a parar, pero no lo sujetan, lo están rodeando. Termino con su vida de un buen tiro en la tabla del cuello esta vez.

Bajamos de los caballos y me voy a ver el guarro que por suerte no tiene dañado el trofeo, por muy poco el primer balazo le ha pasado a escasos dos centímetros de la base de una de las navajas.

Primer guarro, todavía amaneciendo

Los tres con el cochino

Con Tati, el gaucho que está preparado para cortar la jeta y que podamos seguir buscando

Una vez sacado el trofeo es sorprendente. Es completamente deforme y tiene 32 cm de navajas completamente retorcidas y 3,4 cm de ancho. Una locura. Ademas está completamente calcificado, tanto navajas como amoladeras ( una de ellas partida y muy corta ) pesan como piedras. Me encantan los trofeos defectuosos, mas aun que los muy buenos normales.

El curioso y descomunal trofeo del primer guarro que mato amaneciendo

Cortamos el trofeo lo antes posible y nos ponemos en marcha a buscar el siguiente marrano que ha de ser para que José se estrene. Dice que solo quiere matar un guarro, así que con mas razón debemos buscar un buen verraco. No tardamos ni 15 minutos en dar con el guarro, esta zona está completamente infectada de jabalíes y muchos son machos grandes.

El guarro lo tienen los perros parado en unos pajonales altos pero se le ve perfectamente pues medio cuerpo lo tiene en un arroyo que está despejado. Es rubio y tiene un trofeo cojonudo, hay que tirarlo. Hector le pasa el revolver a José que se coloca y aprieta el gatillo, apuntando a la columna. Al tiro veo caer al marrano, pero también como el caballo de José comienza a cocear y ponerse de manos y lo tira al suelo con muy mala sombra. Cae medio de lado y se clava su propio codo en las costillas, una caída muy fea. Levanto la vista pues la he apartado del marrano para preocuparme del feo costalazo de Jose  y el guarro no está en el sitio, pero no es momento de pensar en el, ya lo buscaremos. Me tiro del caballo para ayudar a levantarse a José y ver como está. Le duelen mucho las costillas, esperemos que no se las haya roto en la caída. Una vez se recupera un poco del intenso dolor nos ponemos todos a buscar el guarro peinando la zona con los caballos y los perros. Ni rastro, el hijoputa ha desaparecido. Seguramente el tiro del .44 ha sido trasero y a ese no lo vemos mas. Una lastima morirá por ahí sin aprovechamiento de nadie y sufriendo el pobre bicho. Estas cosas me joden mucho. A José le siguen doliendo muchísimo las costillas, pero es un guerrero y dice de continuar. Buscaremos otro guarro para el.

Continuamos y como media hora después damos con otro buen guarro en un pajonal altísimo y muy enfangado. Los perros lo rodean y dan de parado pero no le entran, debe ser de cuidar. Coloco mi caballo en posición frente al guarro y me pongo de pie sobre los estribos para poder verlo. Es brutal. El mejor cochino y mas viejo de los que hemos visto en esta y en la otra cacería. José se lo merece el pobre después del susto.

Con el susto y el dolor que lleva en el cuerpo no es capaz de colocar el caballo en posición para terminar con el cochinazo. Hector se acerca a el y tira de sus riendas colocándole, ya que el caballo no le obedece. Estos jodíos detectan enseguida cuando alguien quien los monta, les tiene miedo y no se impone.

Encañona al marrano con el revolver y dispara, pienso que con algo de miedo aun al maldito caballo que lo tiró. De nuevo el caballo se pone de manos y baja a José con suma brusquedad. Esta vez por suerte cae de pie, pero al guarro no lo ha tocado y desaparece para siempre. Una verdadera lastima, esta un verraco de los viejos. La genética de estos marranos del cangrejal es tremenda y con 2 o 3 años uno de estos angelitos tiene ya 21 o 22 com de navajas, pero no la anchura bestial que tiene un guarro de los viejos, los cuales ademas de llegar a los 27 o 28 y hasta 30 cm de navajas llegan a los 3 cm de ancho, bestial. No se matan sin embargo muchos de estos viejos marranos, como en cualquier lugar los de 7 u 8 años no abundan, la ventaja aquí como decía es que los de 2 o 3 años ya portan trofeos de mas de 20 cm, eso si con anchos de 2,4 o 2,5 que tampoco esta mal si lo comparamos con nuestros cochinos.

Después del segundo susto y el tremendo dolor de costillas de Jose, Hector le propone cambiar el caballo con el pues parece que el del negro no ha reaccionado a los tiros, no le asusta que tiren sobre el. Mi caballo esta mas que probado pues monto el mismo que la otra cacería y allí se probo de lo lindo.

El joven gauchito que llevamos de portaescopetas y como no para parar los guarros, su valentía en estas lides roza la temeridad, echando sin miedo ninguno el caballo encima a los marranos.


Proseguimos buscando el marrano de jose, ya se ha convertido en una afrenta personal para el cobrar un buen marrano, digamos que lo necesita para quitarse la mosca de tanto accidente hoy. No tardamos en dar con otro buen marranaco que se mete en una de las zonas mas complicadas de cangrejal, los caballos se nos hunden hasta los pechos, pero este particular que nos dificulta el avance hacia el marrano también se lo pone difícil a el, ya que se une en los fangales y no puede correr mucho. Enseguida le damos alcance con los perros, lo paramos y Jose lo tiene cruzado y clavado en el barrizal. Esta vez si acierta a pegarle un buen tiro del .44 que lo para en unos pajonales altos, no le vemos pero le escuchamos patalear y vemos las pajas moverse. Hector pregunta a Jose si no le importa que penetre el en la difícil zona donde se mueve el cochino en los estertores y lo remate definitivamente. Jose que no quiere mas sustos asiente con la cabeza y le pasa al negro el revolver.

Lo siguiente se convierte en un susto tremebundo para todos, pues el maldito caballo que ha derribado dos veces a Jose, hace lo propio con Hector que aun siendo un experto jinete no puede evitar los pingos del bruto al disparar al marrano para terminarlo. Con la mala suerte ademas que al hacerlo se golpea fuertemente con su cabeza contra el cuello del caballo que cae al suelo con el, quedando debajo de este. La caída ha sido feísima y temo por la integridad de Hector que ademas ha quedado inconsciente en el fangal boca abajo y no responde a mis llamadas y las de Jose. Me bajo rápidamente de mi caballo y tras abofetearle parece que va recobrando el conocimiento pero esta muy aturdido y le duele mucho la cabeza. Por suerte el marrano que esta a escasos 2 metros de donde estamos, esta muerto y bien muerto ya.

Les propongo descansar un ratito para que Hector pueda recuperarse en la medida de lo posible del tremendo batacazo. Descansamos de hecho un ratito, no mucho pues el piso no nos deja ni sentarnos, es un fangal de aguas pantanosas de muy mal aspecto. Este barro te va absorbiendo poco a poco y como te descuides te ha chupado hasta la cintura. Nos hacemos las fotos de rigor con el pedazo marrano que ha cobrado Jose por fin. No llegando al brutal marrano que se le fue en el lance anterior pero es un cochino de aupa y el primero que ha cobrado en su aventura ecuestre en el cangrejal.

Con jose y su tremendo guarro conseguido con tremendo esfuerzo en el pantanoso cangrejal.

Jose con su buen cochino.



No tardamos en ponernos en marcha para que yo cobre un par de cochinos mas si es posible, pues Jose dice que se conforma con este, que ya por hoy no quiere mas.

Levantamos otro marrano al poco de arrancar, me impresiona la cantidad de guarros buenos que hay, tanto tiempo sin cazarse esta zona se nota desde luego. Corremos un tramo el marrano y al cercarnos cuando lo paran los perros desecho tirarlo. Tiene unos 19 o 20 cm de navajas y aunque parezca mentira esto me parece poco y lo dejamos atrás tras hartar los perros no sin esfuerzo, buscamos algo mayor.

Llevamos ya unas 6 horas cazando y no solo los riñones y la espalda lo notan, estamos en pleno verano y el calor es verdaderamente insoportable a estas alturas, para mas inri los mosquitos nos están abrasando y ya ni siquiera el relec parece hacer efecto, solo los trajes anti mosquitos nos quitan algo esta terrible peste de encima. Aun con los trajes, no se como coño los insectos se las apañan para arrearnos terribles picotazos en cualquier resquicio que encuentran. Durante un rato el calor me hizo quitarme el traje anti mosquitos y estoy completamente breado, incluso me han picoteado profusamente en la cara, incluido dentro de un ojo, en el párpado. Tengo la visión turbia en este ojo, además de una importante inflamación.

Tengo el ojo derecho completamente hinchado de las picaduras de mosquito y veo muy borroso por el, la sensación es como si me estuviera rozando algo el ojo constantemente.

Decidimos hacer un alto en el camino en una zona que no se encuentra muy encharcada y tomar un taco reparador y beber abundante agua, la dureza de la cacería se hace notar a estas alturas y es hora de una paradita reparadora.

Cuando retomamos camino el ojo todavía lo tengo muy mal y no veo bien por el, sigo teniendo una visión bastante turbia. Pero hay que seguir, no tenemos nada que ponerme y no hay mas remedio que no pensar en ello y seguir. Tras una hora cabalgando y levantando algunas cochinas y piaras que por supuesto dejamos ir, levantamos un gran marrano que vende cara su vida, nos hace correr tras el varios kilometros y corta de gravedad uno de los perros careas y también al dogo. No es un espectáculo el marrano pero ya es un buen verraco de unos 24 cm de navaja y decido terminarlo con un tiro de revolver. Lo dejo seco de un solo balazo del .44 bien colocado en la cabeza.

Con mi segundo marrano del día, tiene el pelo medio rubio y ha venido cara su vida, dejándonos completamente hechos polvo, a perros, caballos y a nosotros mismos.

Primer plano del segundo marrano que cobro este duro día de verano.

Cortamos la jeta y escasamente 500 metros mas adelante tenemos la suerte de levantar otro buen marrano que por suerte aunque se defiende de los perros con violencia decide no correr mucho y hacerlo a navajazos aculándose en el barrizal.

Me acerco despacio con el caballo a la barahúnda de perros y marrano que están en plena pelea y me impresiona la violencia con que arrea navajazos a los perretes. Decido terminar el asunto haciendo hablar de nuevo al Smith Wesson y le coloco un buen tiro en las paletas que parece no ser suficiente para el, pues arranca y vuelve a acometer con mas violencia si cabe a los perros. Consigue enganchar al valiente dogo y le propina un feo navajazo en el cuello, esperemos que no le cueste la vida al valiente perrillo.

Termino la discusion con un buen balazo del .44 en la sien del cochino que es de aupa, termina dando 25 cm de navajas y 114,80 CIC, medalla de oro.

Tati el gaucho, cortando la jeta de un marrano.


Con Hector y mi tercer y ultimo marrano del día.

Mi ultimo cochino es un verraco tremendo, ha vendido cara su vida y dado buena pelea, pero terminamos ganado la partida en el duro barrizal.

Con este cochino decidimos dar por terminada la jornada que ha sido tremendamente dura con varios accidentes incluidos, dos veces ha tirado el caballo a Jose y otra a Hector, dándonos un buen susto a todos tanto la primera de Jose ( finalmente tenia dos costillas rotas ) que se pasa mas de dos meses para recuperarse totalmente, por no hablar de la de Hector que ha sido verdaderamente aparatosa también.

Estamos a mas de 20 kilometros de la casilla del gaucho donde vamos a darnos una buena comilona a base de asado, entraña y vacío como no, tras lavarnos y refrescarnos un poco. Hector cuenta con una pomada para las picaduras en el botiquín que esta en el coche y al llegar me pongo en el ojo que todavía tengo muy hinchado, aliviándome esta bastante. No me bajara la inflamación del todo hasta el día siguiente.

Dura jornada de caza que nunca olvidaremos Jose y yo mismo, pero que nos llena el alma de cazadores. Son estas cacerías duras y trabajadas las que nunca se olvidan. Los cochinos que hemos conseguido 1 Jose y tres el que suscribe son buenísimos y sus tablillas también ayudaran a no olvidar tamaña cacería.

Los pobres caballos tratando de reponerse a la dura jornada, están tan jodidos sino mas que nosotros.


¡¡Hasta la próxima !!