miércoles, 3 de agosto de 2016

Un corzo viejo con reclamo


La caza del corzo con reclamo es para mi una de las mas emocionantes junto a la berrea de cuantas practico a lo largo del año.

No quiere decir que no salga al monte en Abril tras los corzos, que por su puesto salgo y si le echo la vista a un buen corzo, lo cobro si se deja. Pero procuro racionar los precintos para saborear cada corzo que consigo en un momento distinto. En Abril están mas facilones pero el disfrute mayor, consiste en respirar profundamente la cercana primavera de pastos verdes y peonías silvestres. Además es la mejor época para el mucho andar, reconociendo los terrenos y territorios por los que gustan de moverse los mejores machos dentro de nuestras lindes.



Corzo Abrileño de la provincia de Cáceres ( 06-04-2013 )
  
Caminar a paso rápido y recechar son antagonistas desde luego, pero no me importa volverme para casa en esta época sin cobrar ningún buen macho pues es tiempo invertido para el aprovechamiento de los meses venideros recorriendo mucho terreno.

Mayo es muy distinto,es quizás el mes que menos me guste para el rececho del corzo y como cazo en dos zonas muy distintas, como son el norte de León y el centro de la península, elijo mas la segunda para este mes de Mayo pues los corzos llevan en sus ciclos casi un mes de adelanto en estos cazaderos que en los del norte, habiendo fijado casi ya sus territorios definitivos.

Junio es el mes que por su dificultad tanto la que la naturaleza nos ofrece en forma de suelos secos, siembras encañadas y robledales con toda la hoja, como en forma de corzos desconfiados y ermitaños en lo mas profundo e intrincado del territorio, mas me gusta cazar. Me gusta batirme el cobre con ese macho viejo que tal vez localicé en Abril y no quise o no pude tirar entonces.

Este mismo año al hacer una asomada desde un alto barranco a la ladera de enfrente en los primeros días de Abril en mi coto de Cabrera en León, localicé un viejo macho de estos que te ponen los pulsos a 100 por hora y que te recuerdan a pesar de los muchos años tras ellos que sigues siendo cazador. Que sigues sintiendo emociones fuertes dentro de ti al hallarte frente a la anhelada pieza.

El lugar en cuestión es de mis favoritos del coto, pues se positivamente que todos los años esconde el profundo barranco un macho viejo y territorial. Los mejores territorios son ocupados normalmente por los mejores machos y quitado un año el mejor macho, otro de similar categoría ocupará su lugar.

En dicho rincón que como decía es un profundo barranco el cual de ladera a ladera a media falda tiene un tiro como de unos 200-250 metros, convirtiéndose estos en unos 350 metros al corono de ladera contraria a la que suelo asomar. Y en unos 180 metros muy empinados a la parte baja en la que por haber una fuente, hay una gran campera de pasto que se mantiene verde incluso en lo mas duro del estío. Ambas laderas están sucias de brezo mas crecido o menos según que zona y con algunos calveros, además de algunas trochas que sobre todo el cervuno ha ido trabajando.

A la izquierda y en un plano algo mas bajo se domina la salida de un gran pinar que está separado del brezal de ambas laderas por un ancho cortafuegos que los animales que salen del pinar al cruce de las dos laderas o bien a disfrutar el verde pasto de las zonas mas bajeras, tienen necesariamente que cruzar y donde suelo cortar las huellas a principio de temporada para averiguar quien entra o sale y por donde lo hace del tupido pinar. Por ultimo hay a la derecha casi en lo alto de la ladera fronteriza un gran calvero como de unos diez mil metros cuadrados que al estar diagonalmente muy a la derecha de mi atalaya coge como a 350-400 metros.

Le perdoné la vida en Abril. No se muy bien porque lo hice, quizás me dio pena, lo vi demasiado fácil, preferí esperar a otros momentos en que se igualaran las ventajas. Nada mas asomarme al amanecer ahí estaba, en medio del cortafuegos como desperezándose. En el mismo lugar que años anteriores había cobrado mi corzo "del cortafuegos"...Le estuve observando unos minutos con los prismáticos. Su ancho cuello de macho viejo, todavía con su guerrera invernal. Su trofeo era magnifico, algo descolorido aun por las fechas, pero largo, muy perlado y de rosetas descomunales. Algo cerrado si se le podía poner alguna pega..

Medí la distancia: 95 metros. Algo empinado de arriba a abajo, un tiro facilón con buen apoyo. Encaré el monotiro bien apoyado y le puse la cruz en la paleta, el visor en 6 aumentos...¡Estaba vencido!...Pero ya había decidido que no era digno terminar así con el. Que sería mi objeto de deseo mas adelante y volví a cambiar el rifle por los prismáticos, para estar obsevandole maravillado durante mas de 10 minutos. Trascurrido ese tiempo, volvió a meterse al pinar para no salir mas.

¡Mi copa estaba llena a pesar de todo! tenía una sensación de bienestar difícil de describir por haberle perdonado. Por haber podido observar largo rato sus movimientos calculados ( En ese momento no sabía cuan desesperantes se iban a tornar los meses que se sucedieron al feliz momento )


Mi coto de León en Mayo

Todavía durante ese mes de Abril le hice alguna visita mas sin volverle a poner la vista encima, aunque siempre que asomaba a mi ansiado barranco me topaba con algún corcete joven, varias hembras con su corcino o sus gemelos etc...Pero a el no volví a verle.

Regresé por León en Mayo solo dos días y por supuesto fui todo el tiempo con el viejo corzo del cortafuegos en la cabeza a pesar que había cobrado otro muy bonito en otra zona del coto y que tenía localizados otros tres mas además de el. Hice varias asomadas en su busca, en los varios días que pasé en el coto y cobré otro corzo mas en las siembras junto a la carretera que sin ser un corzo excepcional,lo tenía como objetivo a eliminar por su afición al asfalto y el peligro de accidentes que esto conlleva, pero a el no volví a echarle la vista encima...

Y así llegó Junio de un año corcero en que la fortuna se había aliado conmigo, pues había cobrado ya 4 corzos todos muy bonitos. Dos en León y dos en mis nuevos cazaderos extremeños. Que me han encantado para recechar el corzo....Pero yo no podía quitarme de la cabeza "ese" corzo, "mi" viejo corzo del cortafuegos. Es hoy y cuando cierro los ojos aun lo veo ahí en medio del cortafuegos como la primera vez.

Corzo de Junio de 2013


Desesperado me olvidé en los cinco días que allí pasé en Junio de cualquier otro corzo. Ni otro lugar del coto. Para dedicarme en cuerpo y alma a el, a mi corzo. No volví a verle tampoco, pero me sucedió una curiosidad que me parece importante contar pues no me la esperaba ni mucho menos.

Antes de amanecer el cuarto día ( con lo que eso significa en Junio ) ya estaba yo encaramado a mi ladera sentado en el suelo al estilo indio, piernas cruzadas y con el tripode montado para poder apoyar el codo derecho en la rodilla, ya que la inclinación de mi apostadero no me permitiría hacer un tiro tumbado con los codos afianzados y faltando esta ventaja, la posición de sentado y codo derecho en la rodilla es para mi de las mejores a la hora de tener que hacer un disparo mas allá de los 200 metros.

Hubo un momento en que tras salir del pinar y cruzar el cortafuegos llegué a tener dos machetes del año anterior y tres corzas una de ellas con un corcino y las otras dos con gemelos frente a mi tan tranquilos. Me limitaba a observar las evoluciones de todos ellos esperando que el viejo macho confiado por toda la concurrencia se decidiera a volver a su cortafuegos. Cruzarlo y degustar el verde y apetecible pasto.

Dos cuestiones me preocupaban, una mas filosófica, como que es muy extraño que llegado el mes de Junio el viejo macho de seguir vivo permitiera la existencia de dos machos jóvenes en su territorio.Y la otra mucho mas real; que uno de los machetes estaba ascendiendo la ladera en la que yo estaba como a 150 metros a mi izquierda y no le faltaban ni 50 metros para llegar a cortarme el aire que soplaba precisamente sesgado hacia donde el evolucionaba en su careo.

En estas estaba, cuando veo que sale del pinar y se planta en medio del cortafuegos un macho. Me echo a la cara los prismáticos y enseguida me doy cuenta que siendo un macho precioso muy perlado, ni mucho menos tiene la altura y el volumen de cuerna de mi viejo corzo y además tiene una de las puntas roma o partida y el mío estaba entero. ¡Es un macho diferente!...Lo voy a tirar. Hay escasos 100-110 metros hasta la altura del cortafuegos en que está situado y sin pensarlo más, ya lo tengo metido en el visor. Le pongo la cruz en las agujas y presiono suavemente el disparador, bien apoyado...

Junio es como dice un amigo "un mes muy tecnico"

                                           
                                                     
El proyectil KS de 123 grains, le entró por el hombro derecho de arriba a abajo, saliendo por el codillo contrario y fulminándolo.Todo ha sido muy rápido y ahora dejando el rifle y encendiéndome un cigarro vuelvo a caer en la cuenta de que no era mi corzo. Hago algo de tiempo para que el resto de corzos se metan al monte sin soliviantarse demasiado por mi presencia, asociandola con el disparo, que por cierto ninguno parece haber escuchado.

Bajo despacio, saboreando el lance a cobrar el corzo. Llego a el y como siempre, siento al verlo de cerca que le devolvería la vida si pudiera. Sintiendo a la vez el irrefrenable deseo de poseerlo entre mis manos y colgado en mi pared después. Todo el que sea cazador comprenderá perfectamente el sentimiento en principio contradictorio del que hablo. Es un corzo muy bonito. Perlado, con buenas rosetas, bastante abierto y con una deformidad en la cuerna derecha que le dan mucha personalidad ¡ Es un trofeo precioso!...pero ¿y mi viejo corzo?

Lo cierto es que cualquier regla fija en caza no existe y aunque los corzos son muy territoriales y mas en esta época de "pre-celo", sigo albergando en mi cabeza la esperanza, casi agónica, de que el viejo macho sigue allí en aquel territorio privilegiado y que tal vez, este es el vértice de dos territorios buenos ambos. El cortafuegos es la linde y por tanto este macho que termino de cobrar y "aquel macho" solamente eran vecinos no interfiriendo uno el territorio del otro...

Pero no voy a negar que pesa en mi mucho mas la idea de que días después de perdonarle yo la vida, Alguien, un furtivo, quien sea, incluso los lobos, pudieran haber terminado con su vida. Ocupando acto seguido este macho el territorio.

Así que el macho que perdoné en Abril se va alejando de mi cabeza por momentos mientras vuelvo a casa conduciendo con un bonito macho en la talega. Voy pensando también donde buscaré con el reclamo cuando vuelva para el celo.

La ultima semana de Julio vuelvo para cazar 8 días y despedirme. Me encanta esta caza del celo. Tan enigmática, tan desconocida. Pienso que ser capaz de atraer a un animal salvaje en su propio territorio con la argucia del reclamo, siendo un macho viejo, es una de las formas mas apasionantes y misteriosas de cazarlos.

Tal vez alguien piense que el tema consiste en hacer un rececho con unas paraditas  para pitar. Y que a la tercera o cuarta parada un buen macho sale, te saluda y te lo cascas. Así de simple. Y  no es eso ni mucho menos. La curiosidad natural de los corzos hace que hembras, crías o machetes del año anterior entren al reclamo con relativa facilidad, incluso tocándolo al tun tun. No por celo, si no por esa curiosidad. Pero un macho viejo, eso son palabras mayores y para eso hay que saber.

7 días me pasé recorriendo diferentes territorios del coto en los que sabía que podía encontrarse algún macho y también en los que no lo sabía y no pude ver mas que hembras, machos demasiado jóvenes y poco mas....Hablando de corzos. Pues el tercer día al amanecer y antes de comenzar a reclamar me salio un estupendo cochino en una barrera muy querenciosa para los corzos y a unos 120 metros parado de frente a mi y encampanado lo tiré sin dejarlo cruzarse. Pensé que en lugar de salir y cruzarse, me iba a pegar un rabotazo metiéndose en un manchón espeso de roble que tenía detrás de el.


Corzo joven que quité por su afición al asfalto

Los tiros de frente siempre son problemáticos y este también lo fué. El puñetero cochino, tras el disparo pegó el rabotazo para donde yo me pensaba, obligándome a perder el resto de la mañana pisteandolo en el robledal. Magullándome brazos y cara de paso. Pero lo encontré a unos 100 metros del borde del bosquecillo de robles con un tiro que le había entrado por el pecho y salido por el costillar ¡partiendole el corazón en dos! Era un buen cochino.

El rececho del corzo a veces nos depara sorpresas en forma de tremendo cochino


Pero la caza es así y la ultima tarde desesperado y tras desechar cuatro sitios distintos para ponerme a la desesperada con el todoterreno de aquí para allá y no convenciéndome ninguno de ellos para esperar el anochecer. No se como me vi encaramado en mi ladera. Lo mas probable es que el viejo macho colgara ya de la pared de algún furtivo o que fuera  pasto de lobos en la primavera, pero algo me impulsó a mi ladera.

Llegué tarde al barranco, eran las nueve cuando estuve colocado observando la ladera de enfrente. De repente sentí que me daba igual volverme sin corzo del celo. Que estar allí ya era un privilegio.

Y no tuve tiempo de pensar. Con el rabillo del ojo vi una sombra que cruzaba la ladera de enfrente por el calvero grande y al dirigir los prismáticos ¡lo vi!, ¡no me lo podía creer, era el!...Iba a paso rápido derecho a meterse en lo mas espeso del brezo frente a mi. Giré atolondradamente el trípode y apoye el rifle como pude. Pero solo logré verle en los últimos cuatro o cinco metros que le separaban de lo mas sucio, a unos 380 metros y sin oportunidad alguna de parar la cruz en sus costillas y disparar.Tenía que pensar algo, tenía que hacer algo rápido pues el corzo estaba allí muy cerca. pero en lo sucio y yo no le veía.

No se me ocurrió otra cosa que pitar. Pité con el reclamo de la corza y eché a correr ladera abajo y a derechas, por si desde otra posición era capaz de verle. Y le vi. Le vi frenar en seco junto a un gran roble que hay en la ladera de enfrente pero ya a media falda a unos 215 metros de mi primera posición. Con tan mala sombra, que en mi actual posición solo le adivinaba la cuerna y parte de la cabeza de frente mirando fijo hacia a mi.

Retrocedí corriendo ladera arriba y cuando llegué fatigado y temblón a mi postura habitual ya no estaba allí enfrente. Desesperado volví a pitar y el corzo volvió a cambiar su posición bajándose mas todavía y situándose en un claro que formaba una de las trochas que cruzan la ladera, tenía que tirarlo ¡pero ya! Y con el corzo cruzado a unos 200 metros pero con la cabeza girada mirándome fijamente, Le puse la cruz en la paleta, respiré hondo y apreté el disparador del K95 con convencimiento....Tras un bote colosal por encima de los brezos que en esa zona superaban los dos metros de altura, lo vi caer hecho un trapo por el visor. 

Eché a correr como un poseso ladera abajo primero y ladera arriba después y llegué a el casi sin luz y sin resuello. Tenía el balazo altísimo. Casi lo fallo pero no. Lo enganché bien alto en las paletas, cogiéndole la columna y ahí estaba mi corzo. Era el mejor corzo que había cobrado por aquellos andurriales donde tantos corzos he cobrado.

La caza es así, tras meses desaparecido, el ultimo día, en el ultimo minuto y con la ayuda del reclamo conseguí cazar al viejo corzo del cortafuegos.

El corzo del cortafuegos ( 31-07-2013 )





1 comentario:

  1. Precioso relato Pepe, de los que te atrapan desde las primeras líneas.
    Y bellísimo el corzo (los corzos) y el cochino.
    No hace falta que te desee suerte...
    Un abrazo.

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